domingo, 15 de enero de 2012

MARAS: LA DULCE Y SABROSA REBELIÓN DE LOS KACHI - REVISTA AMARU

MARAS:
La dulce y sabrosa
Rebelión de los Kachi

Jesús Manya Salas


La mítica pampa del Ayar Ukhu, Dios de la Profundidad, estaba iluminada por la luna y su reflejo en la qocha; el ojo del manante que la alimenta estaba concurrido a diferencia de otros días, en que sólo unos cuantos se bañaban. Los productores de sal organizaban y planificaban la toma de la mina y una marcha de sacrificio para exigir la expropiación de la salinera, el Estado no servía para nada y el administrador era peor que los gamonales. La asamblea fue convocada en secreto, para evitar la infiltración policial y el divisionismo de algunos vecinos «amarillos» y opositores; la asamblea culminó con la resolución y decisión de ejecutar La Marcha de la Sal; hacía treinta años esa misma pampa sagrada de Ayar Ukhu fue escenario de la constitución del sindicato comunero y la histórica decisión de recuperar sus tierras en manos de los terratenientes, usurpados a punta de trampas y látigo.

Por entonces, Martín, destacado a formar los sindicatos por encargo de Emiliano Huamantica; en forma silenciosa había organizado las células revolucionarias y su brazo sindical; ahora como ayer, Martín un poco más viejo seguía al pie del cañón. Con Salvador de ideólogo, Martín de estratega, los bríos y la fuerza social de los mareños aumentó con la llegada de Ángel Sánchez, un ladrillo y una hormiga organizadora, por cuya razón era el blanco de los odios curas y terratenientes que lo acusaban de layqa o brujo satánico, al no poder explicar y combatir la influencia del artista entre los comuneros por sus conocimientos de herbolario y músico popular. Nadie sabía la existencia de una trilogía celular integrada por Martín, Sánchez y Salvador, con muchas horas de estudio y lectura se estaba plasmando a través de los comuneros y jóvenes de la población, los cimientos de la lucha revolucionaria. Tenían información por sus canales y por los periódicos que llegaban de la capital y que diligente compraba y traía el chofer del único camión que hacía servicio de transporte al Cusco. Así estaban enterados y preparados para el brote guerrillero que se gestaba en Chaupimayo y Mesa Pelada con las banderas de la reforma agraria, que ahora ellos conquistaban con las invasiones a todas las haciendas de la zona.

En las tierras rojas del altiplano mareño, por entonces, a diario había movilizaciones de los Mullak´as y Misminay cansados de los Acurio; los Qollana y Mawaypampas, de los Velarde; los Q´allarquinos aburridos de los curas de la hacienda. La represión y el encarcelamiento de los dirigentes, llegó pronto en camiones porta tropas y helicópteros artillados; muchachos como Pancho Jiménez, Angélica Guevara, Catalina Quispe, Julia Hurtado, Rafaela Giraldo; los veteranos Martín Saavedra, Vicente Sota y Benigna Arroyo, liderados por Alejandro Morales y Vicente Guevara terminaron recluidos en la vetusta cárcel de La Almudena y otros deportados a las mazmorras de Arequipa.

Ahora, no deben sorprendernos, mejoraremos las trincheras y zanjas en la salinera para recibir a los cachacos —arengó el más viejo, recordando los tiempos de las batallas en Tejawasi, cuando enfrentaron la primera intervención de la policía— tampoco nos detendrán en nuestras casas en la noche, como ese maldito día que nos entregaron los traidores —recomendó al final otro.

A los cinco días, Segundino Ríos, el viejo pregonero de los bandos oficiales, acompañado por el tamborero Modesto Yañaq, el bombo de Manuel Segovia y la flauta de Julio Yañaq, desde las tres de la madrugada, convocaron a salir y enrolarse a la marcha a todas las familias; más de cinco mil mareños con botellas de agua para soportar las bombas lacrimógenas y un poco de sal para combatir la picazón en la garganta, salieron con banderas y palos para enfrentar los golpes de la policía. ¡Kausachun comunero! ¡Kausachun!, era el principal grito que reemplazaba al anterior ¡Kausachun Allpa Llanqaq!, de la década pasada.

Un 12 de Marzo de 1930, Mohandas Karamchand Gandhi, en la lejana y exótica India al igual que en Maras había iniciado la independencia del colonialismo Ingles, también con una larga y prolongada Marcha de La Sal. En Maras y en Ahmedabad la dulce y aromática sal, servía para la esclavitud o la libertad de un pueblo.

Los mareños tenían la sangre rebelde, partícipes en la resistencia de Manqo Inka; luego en el grito de José Quispe T´itu Inka, en noviembre de 1777 junto a Dionisio Pacheco, Samaniego y Francisco Justiniani, levantaron a los mareños, urubambinos y wayllabambinos, contra el abuso de alcabalas y repartos del Corregidor Pedro Ledfel, a consecuencia de esa gesta libertaria cayeron presos los Cusipaucar,Uscamayta, Hawaq´ollay, los Quispe, Ataupuma, Sinchi de la nobleza inka y criollos como Manuel Vega, años después muchos de ellos se incorporaron a las filas de José Gabriel Tupac Amaru. El 7 de julio de 1896 Maras volvió a insurgir contra la tiranía de Nicolás de Piérola que subió los impuestos de la sal, enfrentando al Batallón Canta que estaba bajo el mando del Subprefecto Evaristo Calderón.

El primer mitin de la Marcha de la Sal  de estos tiempos, arrancó en Ch´eqereq, luego vendrían Chacán, Izquchaca, Cachimayo, Poroy, pueblos donde los recibieron con sus wathiyas de papa y chicha de jora hasta la entrada triunfal en el Arco de T´ika T´ika, donde centenares de residentes mareños los acogieron con viandas y se integraron a la marcha hasta la Prefectura y la Plaza de Armas, los cusqueños desde su balcones multicolores saludaban solidarios los derechos de un pueblo explotado desde el colonialismo.

A esa hora, otro centenar de productores jóvenes, encabezados por los respetables ancianos, tomaba posesión de las salineras y expulsaban al burócrata explotador. En la noche, el cerro Aywayro iluminado por los chiquillos dirigidos por Salvador, adornaba la oscuridad con el símbolo de los trabajadores y campesinos, recordando los tiempos de la liquidación de los odiados terratenientes. En la plaza los veteranos y abuelas, agradecieron a los Apus de Ch´eqoq, Aywayro y el Wañuy Marka, como al patrón San Francisco y la Mamacha Asunta, por haber cumplido a sus plegarias.

El único ausente en la segunda jornada fue el camarada Sánchez, que no resistió la persecución y la represión, en duras horas de clandestinidad en la primera generación siguió dirigiendo la toma de tierras, sucumbiendo ante la tuberculosis fulminante en plena lucha.
La rebelión de la sal que emprendieron cumplió su objetivo días más tarde cuando la administración paso a manos de los productores y comuneros, ese día la sal estaba más dulce que nunca, cuando Los Bohemios acompañados de sus guitarras entonaban, kachiska, kachis kani, Maras Maras kani, malliylla malliykuway miskillañas kani.