La izquierda en América Latina:
De la Guerrilla al
Gobierno Nacional
América Latina camina por la
izquierda, social y políticamente, muchos de los gobiernos tienen origen en
esta tendencia, pero hay algo más concreto, muchos de los presidentes actualmente
electos provienen de movimientos guerrilleros, que se alzaron en armas para
recuperar la democracia de los golpes de estado capturados por militares y
civiles e implantar dictaduras militares y cívicas según el caso.
Pepe Mujica actual Presidente de
la República del Uruguay, perteneció a los Tupamarus y purgo carcelería por sus
convicciones, llegando al gobierno con el Frente Amplio; Gustavo Petro alcalde
de Bogotá en Colombia, se levantó en armas frente al viejo bipartidismo con el
M19 y aspira llegar con una agrupación de Centro Izquierda a cargos mayores; en
su juventud Dilma Roussef empuñó también las armas con una organización
político-militar frente a la dictadura que oprimía Brasil, conquistando la
presidencia con el Partido de los Trabajadores. El actual Vicepresidente de
Bolivia Álvaro García Linera fue también uno de los dirigentes históricos del
Ejercito Túpac Katarista de Liberación Nacional que empuño armas para luchar
por la democracia y la libertad. Del mismo modo que el Frente Sandinista en
Nicaragua que restauró la democracia, luego de derrotar a la satrapía de
Somoza. En el mismo equipo de la Bachelet de Chile, hay varias personalidades
que provienen de grupos guerrilleros que se enfrentaron a Pinochet, en unos
casos en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, entre otros.
El FMLN en el Salvador volverá a
gobernar por un segundo período, ahora con Salvador Sánchez por entonces unos
de los miembros de la Comandancia General del Frente Farabundo Martí de
Liberación, como una forma de confianza que entrega el pueblo salvadoreño a
quienes batallaron por recuperar y construir una democracia con justicia
social.
Estas personalidades y sus
organizaciones a diferencia de Sendero Luminoso, se levantaron en armas frente
a terribles dictaduras militares en sus países y recuperar la democracia y la
justicia que aspiraban sus pueblos; en cambio Abimael Guzmán y su grupo
terrorista dinamitó a la joven democracia en el Perú, recientemente recuperada
de la dictadura militar que presidía Morales Bermúdez, a través del histórico
Paro Nacional del 19 de julio de 1977. Esta posición antidemocrática fue
aprovechada por los grupos ultraderechistas para montar un reforma neoliberal y
una cleptocracia presidida por Fujimori, derrotada luego de muchos amos con
amplia movilización social.
Por esta coherencia con la
democracia es que estos personajes sociales y movimientos de izquierda, fueron
reconocidos como mandatarios y autoridades de sus países en sendas y disputadas
elecciones; pero legitimados porque estas organizaciones guerrilleras, llegaron
al gobierno nacional luego de una exitosa gestión en gobiernos locales,
municipales y regionales, en el que desplegaron gobiernos eficientes con
horizonte social y democrático, luego del cual accedieron a la Presidencia
Nacional en la que gobiernan exitosamente y por cuya razón volvieron y
alcanzaron su nueva elección.
Así América Latina camina en su
desarrollo y consolidación democrática por la senda de la izquierda, tienen
también otros orígenes y experiencias, unos de las canteras guerrilleras y otras
desde el talante social democrático como en Chile, Ecuador y Argentina. Todos
ellos abren el camino de una etapa política en nuestro continente.
A contra corriente en el Perú, la
vieja izquierda pretende alcanzar el gobierno nacional por la vía del
subterfugio y el sectarismo; sin haber construido un sólido tejido social como
lo han hecho todos o en todo caso demostrar a la población una experiencia
exitosa de gestiones en los gobiernos locales, municipales y regionales. A
estas alturas se requiere una renovación y transferencia sustancial en la
esfera estratégica en la izquierda peruana. Lamentablemente frente a una
derecha autoritaria y cavernaria todavía se levanta una izquierda dogmática y
sectaria, dos caras de la misma moneda que avergüenzan la política nacional y
ante el cual sólo surge la necesidad de una refundación de una izquierda
moderna, democrática, descentralista que recoja la agenda del país y del
pueblo, construyendo un nuevo relato y una utopía proveniente de la realidad.
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